Planteamiento de la Estrategia y el Estilo de Vida
Quién sabe cómo es, en qué mundo vive y qué va a hacer en él, ya tiene resueltos los problemas fundamentales de la problemática vital y, por ende, tiene asentada sobre firme base la elaboración de su felicidad.
Más ahora precisa enfrentar, todavía, otra serie de problemas: ¿cómo lograr hacer lo que nos proponemos? o sea: ¿cómo alcanzar el éxito en la mision que nos hemos asignado?
Esto requiere considerar nuevamente el medio en que vamos a desenvolver nuestra obra, pero esta vez, enfocándolo en realción a sus posibles influjos, favorables y adversos: dónde vamos a encontrar ayuda y dónde vamos a hallar resistencia; quiénes pueden fovorecernos y quiénes pueden perjudicarnps, cuáles son nuestros propios obstáculos y recursos... qué actitudes personales hemos de tomar, a lo largo de nuestra ruta, para lograr la máxima eficiencia de nuestras aptitudes y esfuerzos.
Como un general que planifica una batalla y distribuye el uso de sus fuerzas de combate y de reserva, calculando no sólo sus objetivos sino los del enemigo, conociendo las flaquezas y los méritos de sus auxiliares y contando con todo género de posibles eventualidades, así también cada cuál debe analizar su estrategia vital y, una vez fijadas sus lineas generales, proceder a la elección de las tácticas o técnicas conducentes al éxito de aquella.
Tales técnicas pueden ser ajustadas o no, y oportunas, en relación con las "nuevas" situaciones y, de esta suerte, puede malograrse- aún cuando sea, episódicamente-toda la planificacion y la acción precedentes. La paz interior, lograda al sentirse orientado y en buen camino, es,asi, alterada nuevamente y pueden surgir secundarias angustias por la concienciación de fracasos no previstos, menos deseados y peor tolerados.
Surge entonces la denominada "angustia de frustración", en cuyo estudio se han especializado diversos autores modernos y de la que pueden derivarse no sólo la infelicidad sino la neurosis y la psicosis.
Quines sienten tal angustia pierden, aparentemente, lo que habían conquistado ( su paz intrapsíquica) pero no se distancian irreversiblemente o irremediablemente del logro de su felicidad , ya que este se encuentra bien iluminado y firmemente concretado en la obtención de objetivos que siguen siendo inconmovibles. Otro sería el caso si tales objetivos no hubiesen sido elegidos con tanta precisión y acierto, cual ocurre con las personas "mariposas", que se enardecen y decepcionan con igual facilidad en sus emnpresas, por la simple razón de que éstas no corresponden a sus reales posibilidades.
Lo curioso del caso es que, por regla general, quienes sufren la frustración propenden a explicar su fracaso atribuyéndolo esencialmente a una insuficiencia de aptitudes o a un exceso de obstaculos, cuando en la mayor parte de los casos el factor primordial radica en errores de táctica, es decir, en defectos de la táctica aplicada para cada caso concreto.
En efecto, no basta " poder" y "querer" ser amable para resultar agradable. No basta poder y querer triunfar: precisa saber canalizar aquel poder, impuylsado por este querer, sobre los rieles de la táctica adecuada. Este "modus operandi" resulta tan difícil de establecer como el sujeto que es capaz de autobservarse en el curso de su acción y, por ende,no puede corregir sus defectos tácticos una vez establecidos.
Las personas que sufrend e esta frustración , acostumbran a decir: "sufro porque proyecto mis actos bien y me salen mal" o bien "hago mis actos perfectamente pero obtengo resultados contrarios a los previstos" ... Si a tales individuos se les arguye que no han de sufrir por la falta de éxito siempre que ellos hayan procurado obtenerlo correctamente , replicanque en esta vida lo que cuenta, es decir, el valor máximo apetecible , es precisamente el éxito, el resultado social final.
En modo alguno podemos aceptar esa tesis, pues como dijo humorísticamente Eugenio d'Ors: "la caza es infinitamente superior a la liebre" y es mucho más importante y valioso el proceso en sí mismo, que el puro logro. Mas eso no debe llevarnos a despreciar la liebre, ni cualquier otro logro. Y entonces hemos de procurar que las tácticas operacionales no desmerazcan de los planes estratégicos.